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El fin de semana pasado durante un ejercicio de descanso deliberado que incluía cero café y cero celular, mi esposo y yo vimos la película «Rebelión» en Netflix, que nos sumergió de nuevo en la vida, obra y desdicha de Joe Arroyo, uno de los mayores exponentes de la salsa colombiana. Esta película, al igual que la novela basada en su vida que con tanta emoción vi hace más de 10 años, es una apología de la desgracia en su vida personal y de cómo sus atributos personales interfirieron a tal punto en su trayectoria artística que acabaron con ella. 

Confieso que soy muy sensible a estas cosas, quizás por dos razones: primero; porque mi papá también es artista y su creatividad no dio los frutos esperados (por mí, al menos), y segundo; porque a veces no logro entender cómo personas con gran potencial terminan tan jodidas.

Ese ejercicio filosófico me llevó a pensar en las personas creativas y en la paradoja que a menudo enfrentan: ¿por qué su arte puede convertirse en su propio castigo? Para hablar de este tema con un poco más de fundamento, quiero compartirte algunas ideas del libro «Big Magic» de Elizabeth Gilbert. En esta obra, Gilbert aborda la creatividad desde un punto de vista mágico y esotérico que para ser honesta, resuena mucho con todo lo que he aprendido a lo largo de mi vida.

La creatividad como una fuerza mágica

Gilbert plantea que la creatividad es una fuerza mágica que fluye a través de todos nosotros. En ese postulado, Gilbert dice que las ideas son como corrientes que fluyen simultáneamente en varias personas.

Sin embargo, no todos tienen las herramientas necesarias para llevar esas ideas a la vida. Aquellos que tienen la capacidad de convertir esas ideas en productos o servicios exitosos se convierten en la «tierra fértil» para esa idea, que termina siendo como una «semilla». Esta explicación me encanta porque muchas veces me pasó justamente eso, que me llegó una idea y me acobardé, no la puse en tierra fértil y boom, de repente alguien en otro lugar del mundo se hizo rico con la misma idea.

Este postulado también me ayudó a conectar la energía creativa desde la perspectiva del taoísmo, que considera que la energía creativa es de naturaleza femenina y hace parte del yin, por lo tanto, para equilibrarse requiere de contención, disciplina, autoridad y organización, es decir, de energía masculina, yang.

La creatividad necesita persistencia y disciplina

¿Cuántas veces has empezado a trabajar en tu idea grandiosa y la abandonas porque… ajá? Es más fácil ver Netflix o scrollear en Instagram o Tiktok. Ya sé, todos estamos cansados después de trabajar y es obvio que ver TV o redes requiere menos energía que sentarse frente al computador a seguir trabajando, pero hay algo mágico en trabajar las ideas. La creatividad por sí sola no puede hacer nada, necesita cuidado, atención, disciplina, orden y coherencia para que se convierta en algo tangible y hermoso.

Esta es otra premisa interesante que Elizabeth Gilbert expone en su libro. Muchos artistas carecen de la disciplina y el autogobierno necesarios para gestionarse a sí mismos, lo que los lleva a desviar su energía creativa en distracciones como procrastinación, drogas o relaciones sexuales desenfrenadas. También pueden caer en profundas depresiones e incluso llegar al suicidio. El nivel de malignidad de la distracción va a depender del contexto en el que el artista haya crecido, de su familia, de su nivel socioeconómico y de la conexión espiritual que tenga, independientemente de cuál sea. Por eso vemos grandes artistas como Eminem o Michael Jackson enredados en escándalos que muy seguramente tuvieron su origen en el seno familiar.

Justamente hoy hablaba con unas amigas sobre la fama y cómo puede convertirse en una energía poderosa y, a veces, tóxica. La creatividad también puede ser así: necesita ser liberada o puede enfermarnos. A veces se manifiesta en expresiones inadecuadas pero otras veces puede dar lugar a creaciones hermosas. Gilbert sostiene que la disciplina es clave en el proceso creativo. Ella misma pasó muchos años sin ser famosa, trabajando como mesera o en lo que pudiera, pero dedicando tiempo de devoción a su arte, que se traducía en dos horas al día para hacer sus escritos, a veces escribiendo tan solo dos palabras en ese lapso de tiempo, y en otros días llenando veinte páginas en las mismas dos horas. Sin embargo, siempre se sentaba frente en su escritorio para canalizar su energía creativa y dar vida a la idea que había captado.

Esto me lleva a retomar la importancia de encontrar un equilibrio armonioso entre la energía masculina y femenina en el proceso creativo. Justamente en la película «Rebelión», uno de los cantantes le dice al Joe Arroyo que a él lo que le faltaba era disciplina, porque perdía la noción del tiempo y algunas veces ponía a sus músicos a trabajar 20 horas o más, pero podía estar perdido en sus distracciones durante semanas. Lo mismo le decía Daddy Yankee a Nicky Jam cuando Nicky estaba empezando su carrera. Daddy Yankee era un tipo con mucha devoción, que madrugaba a su estudio de grabación y que hacía todo con mesura, mientras que Nicky Jam, (quien debo decir que me parece mejor cantante que Daddy Yankee), era indisciplinado y estaba emocionalmente desregulado.

Aunque la historia de Daddy Yankee me encanta, no todos tenemos estas dos energías en un balance adecuado. Yo misma carezco de disciplina cuando tengo que hacer varias tareas al tiempo. Busco la manera de autosabotearme y me pongo excusas en el camino para no terminar lo que empecé. Aunque creo, con toda la seguridad que me da mi experiencia, que cuando no tenemos la energía masculina en nuestro interior, podemos buscarla afuera, por ejemplo, un coach de arte, un profesor de danza o si la cosa se pone fuerte, un manager que nos de la motivación y la disciplina para entregar a tiempo nuestras creaciones.

Mi proyecto de Yoga Para no Yoguis es un ejemplo claro de exceso de creatividad y carencia de disciplina, así como este proyecto de Liderazgo Holístico. La inspiración para continuar creando contenido de yoga y de liderazgo holístico va y viene, y la verdad es que no he tenido la disciplina suficiente para entrenar mi creatividad y hacerla un músculo fuerte.

Es más, creo que he matado a muchas de mis iniciativas creativas porque caigo en la jodida trampa de la perfección y por eso prefiero no hacer nada, antes que hacer algo imperfecto y que sea criticado.

Liberarse del perfeccionismo y enfrentar el rechazo

La perfección es un castigo que nosotros mismos nos imponemos. Es un ejercicio de auto-rechazo constante que nos deja emocionalmente exhaustos y que puede tener diferentes orígenes, especialmente familiares si se esperaba perfección de nosotros en el colegio, en la iglesia, o en las reuniones de nuestros padres con sus amigos.

En mi caso, cuando estaba en el colegio solía tener muy buenas calificaciones y era más o menos perfecta para el estándar familiar y académico, pero cuando llegué la universidad me enfrenté con la realidad: hay miles de personas mucho más inteligentes que yo que obtienen mejores resultados por un esfuerzo menor al mío. ¿Cómo era posible si en el colegio todo me fluía de manera impecable?

Cuando entré a la universidad esa realidad me golpeó y ya no estaba luchando contra el perfeccionismo, sino contra mí misma para que no me echaran por mi bajo rendimiento académico. Fue horrible. Y no solo era mi diálogo interno, también las dinámicas de la universidad porque allá no hay segregación económica, sino intelectual, y yo no estaba en el grupo de los más inteligentes precisamente, lo cual impactó la forma en la que percibo mis capacidades y la forma como me relaciono con personas inteligentes. Esa experiencia me marcó profundamente. No solo mi creatividad no tenía espacio en el mundo ingenieril, sino que al parecer yo aprendía mucho más despacio que los otros.

Muchos años después de graduarme, 10 para ser precisos, me encuentro con el diagnóstico más liberador de mi vida, tengo ADD – Desorden de atención dispersa. ¿Qué tiene que ver el ADD con todo esto? Bueno, mucho.

Primero, escogí mi carrera considerando dos criterios: la posibilidad de hacer dinero y que yo era muy buena en química y matemáticas en el colegio. Sin embargo, jamás pensé en la forma en la que esa carrera se conectaba conmigo emocionalmente. Segundo, mi ADD se desató en la universidad porque en las clases me exponía a un montón de información que me era casi imposible procesar, lo cual me dejaba abrumada y exhausta. Y tercero, viví terriblemente frustrada porque mis notas no eran para nada buenas. ¿Cómo iban a serlo si estaba estudiando algo que a la larga no me gustaba, sufría de estrés constante por mi bajo desempeño, y tenía que crear cosas que no entendía?

Liberarme del pensamiento de «soy bruta y no sirvo para nada» ha sido todo un proceso que aún no termina. Y en ese proceso volví a caer en el perfeccionismo, esperando tener la aprobación de los demás en mis iniciativas creativas y sacrificando a muerte las mismas iniciativas cuando no recibían el aplauso del público que yo esperaba.

Ahí es cuando Elizabeth Gilbert vuelve a la escena, y anima a todos los creativos a liberarse del perfeccionismo y a permitirse experimentar y cometer errores en el proceso de creación. Liberarse de la perfección es uno de los pasos para liberar la creatividad y dejar de exigirle la perfección que nosotros mismos no tenemos. Gilbert también menciona la importancia del rechazo para la formación del propio artista. No todas nuestras creaciones deben ser adoradas por el público y puede que el rechazo sea una de las fuerzas impulsoras de la disciplina y resiliencia, tan necesarias para llevar a feliz término nuestras ideas en tierra fértil.

El ADD, por su parte, me ha enseñado que tengo mucha energía creativa que necesita foco y disciplina. Para eso, confieso que la presencia de mi esposo en mi vida ha sido crucial. Su ejemplo me ha mostrado que la devoción a una causa puede traer grandes resultados y que centrar mi atención en el proceso, más que en el resultado, es clave para disfrutar la creatividad. Es el complemento en energía masculina que necesitaba para retomar mis proyectos.

Consejo para líderes

Si eres líder y tienes personas a tu cargo, mi mejor consejo como líder y subordinada es que le des a tu gente las herramientas para liberar o consolidar su espíritu creativo. Muy probablemente vas a encontrar tres arquetipos creativos en tu equipo: la persona muy disciplinada que solo quiere seguir procesos al pie de la letra; la persona súper creativa que aporta ideas constantemente pero no tiene la fuerza para culminarlas; y la persona con sus dos energías en balance.

Tu tarea es entender el arquetipo de las personas de tu equipo y apoyar su camino de manera que sus creaciones sean innovadoras y puedan ver la luz; ya sea con el o la disciplinados que necesitan un poco de flexibilidad y reto creativo, como sesiones de brainstorming; o con los creativos que necesitan procesos establecidos y disciplina para aterrizar sus ideas. Generalmente las personas que son creativas y tienen la disciplina, requieren mínima supervisión y tendrán suficiente iniciativa para empezar proyectos nuevos y suficiente terminativa para presentarlos ante la empresa.

Para cerrar…

Me gustaría darte un listado de lo más relevante de esta entrada:

  • La creatividad es una fuerza mágica: ella fluye a través de todos nosotros y las ideas son como corrientes que pueden ser convertidas en productos o servicios exitosos por aquellos que las canalizan adecuadamente.
  • Esfuerzo organizado: la disciplina, el orden y la coherencia son fundamentales para convertir la creatividad en algo tangible y hermoso, evitando distracciones y desviaciones que pueden agotar o desviar su potencial.
  • El equilibrio entre las energías masculina y femenina: la energía creativa, siendo de naturaleza femenina, requiere de la energía masculina para encontrar equilibrio y cumplir con su cometido, una creación.
  • Liberarse del perfeccionismo y enfrentar el rechazo: al liberarte de la trampa del perfeccionismo y permitirte cometer errores en el proceso de creación, aprendes enfrentar el rechazo como una fuerza impulsora de la disciplina y resiliencia necesarias para llevar a cabo tus ideas en tierra fértil.
  • Encontrar el apoyo necesario: es crucial buscar apoyo externo, ya sea a través de un coach de arte, un profesor o un mentor, para encontrar la motivación y la disciplina necesarias en tu camino creativo.

En resumen, la energía creativa es un fenómeno fascinante y complejo. Es clave comprender que la disciplina y el equilibrio entre las energías masculina y femenina son fundamentales para aprovechar al máximo el potencial creativo. En nuestra búsqueda de la excelencia artística, debemos aprender a liberar y canalizar nuestra energía creativa de manera saludable, evitando caer en trampas que puedan afectar nuestro bienestar mental y emocional.

La próxima vez que te sientes frente a tu computadora o te enfrentes a un lienzo en blanco, recuerda la importancia de la disciplina y el autocontrol en el proceso creativo. No importa si tus días de trabajo resultan en solo unas pocas palabras o en un torrente de páginas; lo que importa es que te sientes y des rienda suelta a tu energía creativa, dándole vida a las ideas que has canalizado.

¡Que la musa de la inspiración te acompañe en cada paso de tu viaje creativo!

Con cariño,

Edisa Lozada (creativa en proceso de formación 😄)